Todo es fruto de una recepción. Por eso lo más importante es saber venerar.
Shitao

El curso, los encuentros, irán a la saga del camino que va desde la angustia existencial, no como patología sino como llamado de la vida a salir de cada situación que ya no dispensa vida, hacia la serenidad, como la posibilidad de arraigar, de habitarse; en todo esto tendremos como centro el pensar meditativo de Heidegger, como opción al pensar calculador que nos rodea y desarraiga.

También, y no menos, el crear: la posibilidad de traer a la luz tanto una obra estética, como el obrar sobre nosotros mismos, no desde nosotros, como sujetos hacedores, sino como abiertos afectivamente al llegar y traer de la vida, a través, sobre todo, de la palabra conductora del curso: la escucha, hasta su radicalidad: el silencio ante el misterio, y, la palabra final: el saber venerar. 

El curso, valga la aclaración, se explica en sí mismo, no es necesario tener un conocimiento afín a los temas o a Heidegger. Además, un curso no es de qué se trata sino de lo que nos pasa y a través de lo que pasamos al tratarlo. Aquí, el tema es el único: la vida y su crearnos. 

Y agrego una cita de Heidegger que lo resume todo: 

Cuando se despierta en nosotros la serenidad del alma delante de las cosas y el espíritu se abre al misterio, podremos esperar entonces entrar en un camino que nos conduce hacia una nueva tierra y un nuevo suelo. En ese suelo la creación de obras duraderas encontrarán donde volver a arraigar.