Gonzalo Escarpa, director de La Piscifactoría, Premio Nacional Cultura Viva, escritor, profesor, gestor cultural y performer con más de 20 años de experiencia pedagógica, ofrece un curso heredero de su Laboratorio de Creación Poética y con todos los contenidos renovados, en el que los participantes podrán crear, revisar y analizar textos propios y ajenos.
Se trata de un curso anual, al que se puede asistir en formato presencial y online.

Plazas limitadas. Selección previa.

El poema como imposibilista. El que detenta la épica de lo que no puede suceder. Y lo celebra. Que no exista no significa que no pueda cantarse. De hecho, se canta a lo que no está. A lo que no puede estar. A lo que nunca estará.

El poema es un canto condensado. Cuando cantamos no estamos espantando el mal. Cantamos porque no hay mal que espantar. En el mal no tiene sentido el canto, sino el grito o la huida. El poeta como el que, ante la imposibilidad, sonríe. Y se queda. El que construye un pequeño reino alrededor de la nada. Es imposible: entonces hay terreno. No se puede hacer: perfecto, edifiquemos.

La nada es el origen de todo. El poeta es el que realiza el primer gesto que destruye esa nada. Todo era imposible antes de ese gesto. En el principio fue el verbo. Pero el primer verbo fue en verdad un gesto.
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De “La poesía no es posible”, Gonzalo Escarpa

Según Valéry, la palabra “poesía” designa dos realidades diferentes: “en primer lugar, un cierto género de emociones, un estado emotivo particular, que puede ser provocado por objetos o circunstancias muy diferentes. Decimos de un paisaje que es poético, lo decimos de una circunstancia de la vida, lo decimos a veces de una persona. Pero existe una segunda acepción de ese término, un segundo sentido más estricto. Poesía, en ese sentido, nos hace pensar en un arte, en una extraña industria cuyo objeto es reconstituir esa emoción que designa el primer sentido de la palabra.”

Así que la poesía está en el mundo, y el poeta la invoca, la reconstruye, a través del lenguaje. Para lograrlo, cuenta con dos herramientas principales: su genio, intuición o como queramos llamar a una determinada facilidad y habilidad, y la propia estructura del lenguaje. Una es innata. La otra puede estudiarse.

Esta última realidad la aceptan incluso quienes niegan la eficacia de los cursos de poesía. Así, Chillida afirma que “enseñar arte es una falacia y una ingenuidad. Se pueden aprender técnicas, pero los conceptos interiores, la emotividad, lo esencial, eso no se aprende. Se tiene o no. Y los que lo tienen quizás pueden llegar a triunfar o no. Aconsejar a un artista es un grave error. El artista debe encontrar su propia pauta. Puede que aún no la conozca, pero la tiene que buscar.”

Este curso trata de ayudar a todos los participantes a “encontrar su propia pauta”. Para ello, se centra en el análisis de textos producidos por ellos y por otros autores fundamentales (Sylvia Plath, Elizabeth Bishop, Hugo Padeletti, María Negroni, Hugo Mujica, Nicanor Parra, Eugen Gomringer…). No solo poetas: nos interesa el trabajo de James Benning, Paradzhánov o Jonas Mekas en cine, Angélica Liddell en teatro, Akram Kahn en danza, los hermanos Quay en animación… Nos interesan todos los gestos que desmontan la nada.

Para afirmar esa búsqueda de la pauta personal, se propondrán ejercicios semanalmente y se revisarán los resultados de estos, así como los textos producidos libremente por los participantes con una mirada abierta, respetuosa con la tradición y volcada hacia el futuro.