El teatro es de una de las artes más antiguas que existen y seguramente sea, junto a la pintura, la primera de ellas usada como medio de expresión y comunicación, antes incluso que como manifestación estética o artística.
Durante siglos, su evolución ha reflejado los cambios históricos, sociales y culturales del mundo, y a día de hoy, con la incorporación de todo tipo de nuevas expresiones escénicas y su constante contacto con otras disciplinas, así como la aplicación de las tecnologías, las posibilidades del teatro son prácticamente ilimitadas.

Pero algo no ha cambiado en todos estos miles de años: el teatro se basa, crece, se transforma, a través de la palabra. Del relato, del texto. De la dramaturgia. Una historia, unos personajes, los sentimientos, las emociones, el conflicto. La vida.
Conocer las reglas básicas de la dramaturgia es un requisito imprescindible a la hora de contar una historia desde lo escénico: la técnica de la escritura teatral, el manejo de los diálogos, el desarrollo en actos, la creación de personajes... son los ingredientes que todo autor teatral maneja a la hora de contar su historia. Las reglas de la dramaturgia exigen ser aprendidas, y controladas... para luego ser destrozadas, alteradas, jugadas, manipuladas; el teatro pide eso, ese riesgo y ese juego que nunca es una falta de respeto a sus bases: sólo se le falta al respeto a las leyes del teatro cuando se las respeta en exceso.

El teatro pide también preguntas. Que nos preguntemos, que le preguntemos al lector, al espectador. El escenario es lo más parecido a un ágora pública donde toda una sociedad puede volcar sus miedos, sus preocupaciones, sus pasiones y sus lazos. Su unión. A lo largo de su historia, el (buen) teatro nunca ha buscado responder a las cuestiones de su tiempo, pero sí plantearnos las preguntas. Y quizá hoy, más que nunca, ncesitemos hacernos las preguntas adecuadas.

Y eso nace con un texto. Con la dramaturgia.

Este taller pretende avanzar de manera paralela tanto en lo teórico como en lo práctico, conociendo estas reglas y leyes del teatro, aplicándolas y luego desaplicándolas, aprendiendo de los grandes autores dramáticos, y también fomentando en cada miembro su propia escritura, su propia voz, a través de ejercicios de escritura o ayudando a los alumnos a desarrollar su propia obra o pieza de teatro. Y sobre todo, preguntándonos, preguntándonos todo, cada línea, cada palabra.