Más allá del sendero recorrido
está la hierba, crece revoltosa
en el embarcadero de un descanso
enraizado. De pronto se adivina,
se sumerge, trasluz del agua clara,
bajo ranas y vientres.
(Saber de ti, su padre,
y estar así tu hijo, amigo, cuerpo pleno
de un árbol todavía inacabado,
rodando este camino…)
La luz allí respira toda en ella.
Seguro en la garganta al respirar
exhalará vivaz hierba que brote
con la profundidad del que sostiene
no solo la raíz, también el tallo,
el germen que renueva.
Marisa Bello