Ataca el monstruo de mil cuernos
con su insidiosa cabeza coronada,
ataca y nos deja
desnudos a la intemperie, incapaces
de continuar los gestos
de doscientos mil años,
de reunirnos en el lecho
de quien se va.
Ataca el monstruo y nos roba
nuestra cultura de humanos.
Entra por los respiraderos del cuerpo,
los que hasta ahora
sólo nos unían a los olores
de las flores y el mar.
Entra, nos roba y se marcha, y
ni siquiera podemos culparlo
porque ni está vivo.
Entra el ladrón y arrastra
un pedazo del mundo sin vida
que precede al nuestro.
Nuria Álvarez